“-¿Se está usted mareando?- prenguntó.
-Estas cosas de sangre me ponen malo- dije.
-Eso depende de con quién se identifique uno –aseguró.
Pensé que lo más prudente después de aquel gratuito insulto
era callarme. Pero antes de llegar al restaurante encendí otro cigarro y le
quemé un poco la tapicería.”
(Papel Mojado, Juan Jose Millás, p. 139)
Este conversación ocurre despues que Manolo oye una emisora
de radio describiendo (gráficamente) el sacrificio de un cerdo para una
celebración ritual. El taxista se da cuenta que él se pone enfermo y se burla
de él.
Lo que implica aquí es que Manolo identifica con el cerdo-
atado y preparado para ser matado- más que los humanos. Manolo se ofende, pero el
taxista tiene razón. Él está cazado por matones y atrapado entre el deseo de resolver
el misterio y las demandas de Carolina. No se siente seguro ni en contol de su situación.
Él no actua efectivamente, sino (como un animal sacrificial) es llevado por sus
circunstancias.
Compara esto al detective literario más famoso: el Sherlock
Holmes de Sir Arthur Conan Doyle. Con frecuencia se enfrenta a escenarios de crimenes
estantosos. “‘On following him they found
the dead body stretched out upon the grass beside the pool. The head had been
beaten in by repreated blows…‘There is nothing more deceptive than an obvious
fact,’ [Sherlock] answered, laughing.” Al oir un descripción del
cadáver, él mantiene en control, calma (aun puede reírse) y empieza a trabajar para
resolver el caso. Él es 100% el jefe de la situación.
El anécdota de Manolo en el taxi muestra la enorme diferencia
entre él y un detective literario real. Un detectivo literario (y especialmente
un detectivo “noir”) tiene que ser calmado y sereno. No puede ponerse enfermo al
pensar de sangre. Tiene confianza en cualquier situación- porque casi nunca está
soprendido. Eso es porque puede leer lo que está pasando tan bien que puede deducir
lo que va a pasar antes que sucede.
La observación del taxista fue ofensivo a Manolo porque mostró
sus deficiencias como detective. Quiere ser detective más que nada- pero no
puede leer situaciones ni mantener contol ni siquiera puede soportar el
pensamiento de violencia. Siempre será nada más que un mal detective literario.