“Pero la misma indignación que siento, me pone en guardia: quizás atribuya a Morel un infierno que es mío”. (La Invención de Morel, Adolfo Bioy Casares, p. 87)
A veces nos molestan rasgos de los demás que nosotros tenemos
también. Por todo el libro, el fugitivo critica a Morel, diciendo que el es
patético en su amor no correspondido por Faustine. Aquí reconoce que lo que ha
dicho sobre Morel aplica a él, también. Por un momento, admite que Faustine no
va a verlo y (tal vez) que ha tratado de apegarse a Faustine en vano. Pero sigue
tratando de apegarse a ella de un modo u otro.
Esta declaración por el fugitivo me hizo pensar en el teoria
de “proyección psicológico” que inventó Sigmund Freud. Él dijo que si hay algo
en nosotros que no nos gusta, lo negamos y lo buscamos en los demás. Dijo que
es un mecanismo de defensa que usamos cuando algo es demasiado horrible o
extraño para aceptar.
Generalmente, no estoy de acuerdo con lo que dice Freud, pero
es cierto que nuestras experiencias y emociones influyen mucho cómo interpretamos
lo que nos rodea. Es posible que en casos tan extraños que lo del fugitivo, se
puede “proyectar” lo que se entiende para explicar lo que no se puede entender.
El fugitivo está en un situacion muy raro. Al principio,
trata de normalizar y entender su situacion por convertirlo en un sencillo
(comparada a la verdad) “triángulo de amor”- Morel ama a Faustine y ella lo
rechaza, y él también ama a Faustine y ella lo ignora. Proyecta una realidad
(basada en su sentimientos por Faustine) sobre los proyecciones de la isla.
Para entender a Morel, lo da los emociones que él mismo siente.
En su proyección, Morel es sólo, rechazado, y desesperadamente enamorado de
Faustine. Es posible que estos rasgos pueden pertenecer a Morel también, pero
describen perfectamente el aislamiento y desesperación del fugitivo.
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